Surf: Más que un deporte una filosofía de vida

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Deslizarse sobre grandes montañas de agua requiere perseverancia, paciencia y sabiduría. Más allá del esfuerzo físico que necesita toda disciplina deportiva, en el surfing la fortaleza mental y espiritual es fundamental para correr la mejor ola 

Por Leandro Dickson López


«Esperar sobre la tabla la llegada de la ola, remar con los brazos hasta colocarse en el lugar adecuado, donde la ola comienza a curvarse y podemos servirnos de su energía, y entonces, con habilidad y equilibrio, ponernos de pie y cabalgar sobre ella, sintiendo el mar bajo los pies, utilizando de forma casi milagrosa su fuerza titánica que podría despedazarnos…”.

Así define el español Cristian Biosca, autor de la Enciclopedia de los Deportes de Aventura, el surf, una disciplina deportiva, que además de sus cualidades recreativas y física, esconde un significado cultural para todos aquellos que deciden adentrarse en esta especialidad de riesgo controlado en la que se interactúa con la naturaleza.

«Desde el primer momento que decides tomar una tabla para entrar al agua y recorrer las olas, tu vida cambia. En el mar sientes mucha tranquilidad y los problemas que tengas en tu mente se alejan en ese momento. Solo existes tú, el mar y el momento perfecto cuando llega la ola”, relata Francis Vargas, quien lleva un año practicando esta disciplina, a la que ya considera su filosofía de vida.

De deporte a filosofía 

Pero. ¿por qué el surf llega más allá de ser una actividad deportiva y se transforma en la cultura de un individuo?

Ante tal pregunta, la campeona nacional de bodyboard 2013, Izamar Vívas, expresa: “El surf se puede relacionar con la vida, ya que se trata de conseguir un equilibrio entre cuerpo y mente. Al momento de entrar al agua debes estar sereno y saber que tienes que dar tu mejor esfuerzo en cada remada para posicionarte en el lugar perfecto. Algunas olas podrán devolverte y el cansancio en algún momento se apoderará de tu cuerpo, pero es justo en ese instante en el que no te debes rendir porque habrás perdido todo el esfuerzo”.

«Así es la vida. Cuando queremos emprender algo encontramos muchas veces el camino cuesta arriba, pero está en nosotros tener esa perseverancia para lograr nuestras metas. Eso lo aprendí del surfing y cada día sigo aprendiendo mas de este deporte”, agrega Vivas.

Tras el esfuerzo físico y mental que necesita el surfista para pasar la rompiente y llegar a la tranquilidad del mar donde nacen las olas, viene el paso de cultivar la paciencia. Ya que requiere de tiempo esperar esa montaña de agua perfecta que lo llevará con su energía y se convertirá en una experiencia única.

«La paciencia es lo principal que toca cultivar cuando decides ser un surfista. Tienes que esperar el momento exacto para que llegue la ola indicada. Algunas veces pasará mucho tiempo sin llegar, otras veces vendrán olas que no valdrá la pena agarrar. Todo se basa en realizar una buena elección”, señala Vargas.

En ocasiones la vida presenta diversas oportunidades a una persona, y está en ella saber escoger esa “ola” a recorrer. Algunos individuos prefieren comenzar escogiendo inmensas montañas de agua que terminan otorgándoles un revolcón violento que les quedará como experiencia.

Otros deciden mantenerse atentos en el horizonte esperando el momento para encontrar la oportunidad indicada en la que verán que cada brazada y chapaleteada valió la pena, porque los llevará a disfrutar de esa experiencia que brinda el surf.

«Las olas son como las oportunidades que se nos presentan en la vida. Ninguna será igual a la otra. Si escogemos mal, habremos perdido nuestro esfuerzo. Pero si esperamos y tenemos la sabiduría de aprovechar la oportunidad indicada, habremos disfrutado y aprendido. El tiempo y las decisiones nos harán mas sabios para escoger la mejor ola”, añade la campeona nacional.

Filosofía latente en Venezuela

La buena vibra no se escapa de nuestro país. Gracias a surfista profesionales que se encargan de impartir esa filosofía de vida del surf a grandes y pequeños, quienes se sienten inspirados por conocer esta disciplina deportiva que poco a poco va ganando espacio en Venezuela.

Tal es el caso de surfistas criollos como Lumar Guittard, top 20 del ranking mundial en bodyboard, y Gerhard Weil, campeón latinoamericano en la modalidad de longboard, quienes a través de sus escuelas, Lumy Surf School y Surf Camp Zona Radical, respectivamente, imparten con gran motivación la magia de deslizarse sobre las olas.

“En nuestra escuela tratamos de transmitir la pasión del surf. Como instructora y como atleta profesional de Venezuela me gusta que los que vienen a compartir con nosotros aprendan de manera teórica-práctica todo lo referente a esta disciplina. Además, le damos el mensaje de cuidar nuestras playas y disfrutar de la naturaleza de la mejor manera: Surfeando”, expresa Guittard.

Y es que en el país contamos con grandes playas para aventurarse en el surf, unas de ellas son: Chirimena y Majagua en el estado Miranda, Playa Los Cocos y Los Caracas en Vargas, Playa El Agua y Playa Parguito en Nueva Esparta y Cuyagua en el estado Aragua, por citar las más conocidas.

Gracias a nuestras riquezas naturales, la filosofía de vida del surfista está presente en nuestras costas y en la comunidad para formar mejores ciudadanos cada día.

Para concluir, vale la pena citar una leyenda hawaiana acerca del nacimiento de este deporte considerado por sus practicantes como una filosofía de vida, Mahalo Aloha.

«Dicen los viejos Kahunas (maestros) hawaianos que Dios primero creó el mar, luego la tierra y más tarde los fenómenos atmosféricos. Cuenta la leyenda que el mar se enamoró de la tormenta y la sedujo arrastrándola a las profundidades, donde tuvieron un idilio del que nacieron las olas (Nalu). Estas vagaron durante años por las profundidades y Dios al observarlas, se sintió complacido. Tiempo después, Dios creó al hombre e hizo para él un paraíso volcánico. Pero al ver que el hombre de vez en cuando se sentía vacío y necesitado, ordenó a las olas que fueran en su busca. Éstas en un alarde de fuerza y energía, cruzaron los mares en forma de ondas hasta llegar a la costa. Al contemplarlas el hombre se rindió ante tanta belleza y en un gesto espontáneo de amor y desprendimiento, hombre y ola se fundieron en una danza sagrada, que se llamó choree, surf. La danza de alabanza a Dios entre el hombre, la tormenta y el océano”.

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